- Lanzarse a la aventura del emprendimiento implica vivir un sinfín de emociones con altos y bajos. La mentora de Impulso Chileno y coach para emprendedores, Olga Urra, entrega cinco recomendaciones para trabajar la tolerancia a la frustración a la hora de iniciar un negocio.
Puede que no te lo hayan dicho, pero emprender no es solamente encontrar la solución a un problema, identificar un nicho de clientes, generar alianzas y contar con una correcta estructura financiera. Emprender también significa vivir una montaña rusa de emociones, con altos y bajos. Por un lado, se viven alegrías y sentimientos de orgullo, y por otro, miedos a fallar, inseguridades, situaciones de estrés y frustraciones.
La ingeniera comercial Olga Urra, participó como mentora de la cuarta versión de Impulso Chileno y hace 11 años que se desempeña como coach (entrenadora) certificada por Newfield Network, de emprendedores. Olga cuenta que las emociones más comunes a la hora de iniciar un negocio son la frustración, la ansiedad y la desconfianza en las propias capacidades.
Un aspecto clave para sobrellevar un mal momento es saber identificar las emociones que se viven. Según la experta, la frustración se produce porque “son muchas las cosas que hay que hacer y a veces son muy difíciles de concretar por distintos motivos, como atrasos, y porque dependen de otras personas”. La ansiedad la define como “la sensación de urgencia, de ver el próximo paso para saber cómo me va a ir, acompañado de mucho nerviosismo y desgaste”.
La experta comparte cinco consejos clave para manejar la frustración durante el emprendimiento:
- Emprender con un proyecto que esté alineado con tus sueños: lo más importante es la elección del producto o servicio a ofrecer. Olga dice que, además de que esté alineado con algo de interés, también debe ser un sueño que tengas, un proyecto que te haga sentido y te mueva. Eso hace que se active tu iniciativa y creatividad, y que todo sea más fluido.
- Ser perseverante: la perseverancia del emprendedor es el factor crítico de éxito en la mayor parte de los proyectos. “Las estadísticas lo confirman al analizar proyectos en operación después del primer año. Las cosas no resultan a la primera y necesitas confiar en el objetivo que te trazaste y estar abierto a escuchar lo que va pasando, además de tener una disposición a aprender, porque puede ser necesario hacer ajustes”, explica Urra.
- Decidir partir, evaluar y corregir: el dedicarse a planificar mucho y no empezar puede ser perjudicial para tu emprendimiento. En esa línea, la experta menciona que “la prueba verdadera es cuando te atreves a vender en pequeñas cantidades, porque puedes tener muchas más probabilidades de ir corrigiendo sobre la marcha y fallar barato. Es mejor tener pequeños errores que uno grande, porque de pequeños errores se pueden sacar más y mejores aprendizajes”.
- Suponer lo mejor y prepararse para lo peor: es decir, aceptar un riesgo calculado, planearlo todo en detalle antes de hacerlo y tener siempre un plan B a la mano por si algo falla o cambia y “tenemos que corregir el rumbo en vuelo”.
- Pedir ayuda: la mentora explica que “ninguno de nosotros tiene que saberlo todo, necesitamos construir redes de emprendedores, de proveedores, de entrenamiento y más, con el fin de aprender juntos, compartir experiencias, pedir consejos y apoyo en aquello que es nuevo para ti”.
El camino del emprendimiento no es siempre lineal y no todos los emprendedores enfrentan los obstáculos de la misma manera. Lo importante es tener en cuenta que es normal sentirse frustrado, identificar las emociones y pedir ayuda cuando sea necesario. ¡Lo valioso es siempre intentar superar las adversidades y seguir adelante para cumplir tus proyectos!